sábado, 24 de julio de 2021

El aberrante crimen de Erna Streifer


Corría el año de 1950 cuando una escena de espanto fue descubierta por un campesino en una zanja en la carretera México-Laredo a la altura del kilómetro 30. Fue el 14 de abril cuando la mujer alemana Erna Streifer apareció sin vida entre matorrales. Su cuerpo fue enterrado, aunque no por completo, lo que permitió que fuera descubierto. En el rostro de aquella infortunada mujer se adivinaba el terror que sufrió en sus últimos momentos.

Fue un caso difícil para los detectives del Servicio Secreto, que en aquella época sí desenmarañaban los casos policiales. El homicida resultó ser su propio esposo, Rodolfo Seidel, también de origen alemán, y quien se desempeñaba como ingeniero mecánico en una fábrica de muelles para automóviles en Avenida del Taller.



El matrimonio vivía en un apartamento de lujo en la calle Sánchez Azcona, en la Colonia Del Valle. Pero, al decir de algunos vecinos, el ingeniero le daba una vida de pesadilla a su esposa. Continuamente le propinaba brutales golpizas. Seidel despilfarraba lo que ganaba en francachelas y mujeres. Llegó a tener varios hijos con empleadas de la vida galante.

Erna tenía familiares muy ricos en Berlín. Ella era la fuente de la buena economía en el hogar. Sus parientes le enviaban gruesas sumas de dinero que iban a parar a los bolsillos del ingeniero Seidel.

Se presume que Seidel le arrebató la vida a su esposa durante un pleito que sostuvieron a bordo de su flamante Buick cuando hacían un viaje al norte del país. El cuerpo de Erna presentaba huellas de golpes y estrangulamiento.

El Servicio Secreto informó que todo hacía pensar que Seidel había cometido otro abominable crimen. Se supo que tuvo una amante a quien se conocía en centros nocturnos de postín como “La Tapatía”, y vivía en amasiato con el ingeniero aludido. Desapareció misteriosamente de su domicilio y su paradero fue un profundo enigma. Existía la presunción de que también había sido victimada por Seidel, quien llegó a convertirse en uno de los más repugnantes criminales de aquellos tiempos.

En el apartamento de la Colonia del Valle todo era orden y lujo. Había un retrato en la pared que evidenciaba que la pareja se había casado enamorada, pero esa ilusión era sólo un espejismo.


Rodolfo Seidel quedó preso en la Penitenciaría, conocida como el tristemente célebre Palacio Negro de Lecumberri. Era visitado por su hijo Rodolfo Seidel Zavala, quien tenía 18 años de edad.

Pero sepa usted que este escabroso crimen abrió una cloaca de hechos tormentosos. El caso fue tomando sesgos inimaginables que dieron pábulo a investigaciones más profundas.

Resulta que Erna Streifer llevó una vida inquieta y turbulenta desde que arribó al país, en 1926. Tuvo muchos amantes. Le gustaba el vino. Sus productivos negocios en bazares, almacenes de ropa y calzado, le permitían el lujo de gastar cuantiosas sumas de dinero en centros nocturnos. Y también era cruel. Adoptó a la niña Edna Alicia Richard Flores, y la chiquilla tuvo que huir por el maltrato que le daban los esposos alemanes.

El 3 de mayo de 1950 el señor Antonio Robles Arce, ex amante de Erna –y quien primero fue su empleado- hacía importantes revelaciones. Él radicaba en Monterrey y se enteró por los periódicos del trágico fin de Erna, y sin perder tiempo informó al Servicio Secreto que en la caja fuerte que la alemana guardaba en su casa había una fortuna.

Robles Arce dijo que Erna estuvo casada con Fritz Jacobi Freisser. Tenían su residencia en la casa 7 de la calle Comercio, en Nueva Rosita, Coahuila.

Fritz había muerto hacía algunos años. Al quedar viuda vivió en amasiato con el citado Robles Arce. De Coahuila, se fueron a Monterrey. El mismo Robles Arce manifestó que Erna le escribió diciéndole que Rodolfo Seidel le daba muy mal trato, y apenas tenía dos años de casada con él.

Fue el 6 de mayo de 1950 cuando dejó de ser un secreto el contenido de la caja fuerte. En monedas de oro y plata y billetes, Erna guardaba más de 52,000 pesos, que en aquella época era un dineral. Se encontraron también valiosas joyas.





Antonio Robles Arce, aseguraba que la fortuna era de Erna fue el producto de muchos años de trabajo.

-Durante mucho tiempo Erna y yo construimos ese capital con el sudor de nuestra frente- decía.

Pero el hijo del estrangulador no se quedaba atrás y también peleaba para quedarse con el dinero hallado en la caja fuerte. Y la expectación subió de tono, no precisamente por la fortuna que se puso al descubierto, sino por la infinidad de películas pornográficas que aparecieron.


Por otra parte y dentro de la misma caja, cuyo contenido causó gran expectación, cuidadosamente doblado, se hallaba un ejemplar de LA PRENSA, correspondiente a la edición del jueves 16 de febrero de 1939.



En la portada de dicho ejemplar, aparecían las fotografías de Erna Streifer, Erik Jacobi –hermano de Fritz- y Antonio Robles Arce. En el pie de foto se leía que los tres tomaban parte en una disputa por la posesión de la herencia del señor Fritz Jacobi, esposo de Erna.

Se supo que Fritz Jacobi Freisser se sintió enfermo y vino a curarse a la Ciudad de México.

Murió el día 14 de febrero de 1939 en el sanatorio de la calle López 103.

Al siguiente día de su muerte, Erna vino a esta ciudad, acompañada de Robles Arce.

Como Fritz traía bastante dinero y no le encontraron nada en sus ropas, Erna y Robles Arce fueron a la sexta delegación y denunciaron el robo de una cuantiosa suma de dinero.

Entonces también participó en el lío, Erik Jacobi, hermano de Fritz, alegando que él tenía derecho a reclamar no sólo el dinero que éste había traído para curarse, sino también la inmensa fortuna que el israelita tenía en Nueva Rosita.

Por otra parte, entre los documentos que se encontraron en la caja fuerte, se hallaba el acta matrimonial de Erna Streifer y Theodor A.W. Müller. Tenía fecha de noviembre de 1947.

El enlace se efectuó en la ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Esto indicaba que la alemana, viviendo en amasiato con Robles Arce, después de haber enviudado de Fritz Jacobi, tuvo otra aventura amorosa con el citado Theodor, originario de Alemania.

El mismo Robles Arce se asombró cuando vio el acta citada. No sabía que Erna había contraído matrimonio con Müller.

Por último, Edna Alicia, la niña de 10 años que había sido adoptada por Erna y Rodolfo, fue a vivir a la casa de nueva protectora en Humboldt 39. Tuvo una vida feliz y fue inscrita en una escuela particular atendida por monjas, situada en Avenida del Rastro número 75, en Coyoacán, mientras que los restos de Erna descansaban tres metros bajo tierra en una fosa común del panteón de Tlalnepantla con el mismo rictus de horror con el que fue hallada en aquella fatídica zanja en 1950.



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